Cuando Sara llamó a Radio Valle Viejo, dijo que lo había hecho porque sentía la "necesidad" de contar lo que le había ocurrido. Los acontecimientos que narró le ocurrieron a su hija, en una casa ubicada en el micro centro de San Fernando del Valle. Una mañana, luego de levantarse, la pequeña le dijo "mami, no sabés lo que me pasó anoche... alguien respiró cerca de mi cara, me acarició el pelo, y me llamó por mi nombre!!". Cuando Sara le dijo que tal vez hubiera tenido solamente la sensación de que eso ocurriera, la chica le contestó "no, mami, fue algo real...". Igualmente la mujer no le creyó.
Otro día, la hija menor le comentó que cuando estaba por entrar a su habitación, vio dos sombras, y que llegó a escuchar como si alguien caminara por el techo, y risas de niños. La pequeña le explicó que, cuando eso pasaba, ella se ponía a rezar... y aquello desaparecía. Entonces Sara comenzó a preocuparse, aunque a ella no le ocurría nada de lo que sus hijas experimentaban.
Una noche, las hermanas estaban por ver una película en la computadora, acompañadas por un amigo, cuando una de ellas fue hasta el baño y, al intentar abrir la puerta, algo desde adentro empujó para impedírselo, volviendo a cerrársela. Pero no había nadie en el baño!! Volvió a la habitación, invadida súbitamente por el miedo, y se lo comentó a su amigo, que fue con ella para ver qué pasaba, pero esta vez la puerta se abrió sin ningún problema.
Sara seguía incrédula, aunque todavía preocupada por no entender los hechos extraños que les sucedían a sus hijas, hasta que otra noche le tocó a ella: se disponía a rezar cuando, de pronto, escuchó ruidos que provenían del cuarto de las hermanas, ruidos que Sara describió como "espantosos", como si arrastraran las camas de un lado a otro. Salió presurosa a ver qué ocurría, pero cuando ingresó, las encontró plácidamente dormidas. En el acto, ni bien abrió la puerta del dormitorio, los ruidos habían cesado.
La situación llegó a un punto cúlmine cuando, una mañana, una de las pequeñas le comentó a su madre que las imágenes de santitos y de una virgen que ocupan un lugar en la mesita de luz, amanecían dados vuelta, mirando hacia la pared. Tal vez para convencerse a sí mismo pretendió decirles que ellas podrían haberlas hecho girar sin darse cuenta, pero con mucha seriedad las niñas le respondieron "no, mami... vení a ver". Según Sara, fue ese acontecimiento el que la llevó a rociar la casa con agua bendita, y desde entonces estas cosas dejaron de suceder.
En pleno centro de nuestra ciudad vivían la madre y su hija en una modesta casa.
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Continuar leyendoEra la madrugada del lunes 7 de noviembre, y yo estaba conduciendo el programa de trasnoche...
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