Trabajando de noche en el cementerio de la capital



Trabajando de noche en el cementerio de la capital




 
  
En Zona Negra (programa o revista) varias veces recibimos testimonios sobre cosas extrañas que sucedían en el Cementerio Fray Mamerto Esquiú, de San Fernando del Valle de Catamarca. En nuestra revista número 2 se publicó un informe bajo el título "La ciudad de los muertos", en el número 5 reproducimos un relato que nos llegó a través del programa, sobre una misteriosa pareja de novios en ese lugar, y en este número 9 incluso, un joven nos comentó un episodio derivado de otra situación ocurrida en ese camposanto. En esta página, pasamos a contarte lo que nuestro colaborador Alejandro Pontífice (Ponty) consiguió durante una entrevista con personal que trabaja en la necrópolis más importante de la provincia. 

  

    -Contadme qué fue lo que te sucedió. 

    -Hace dos años, más o menos, estaba trabajando junto a uno de los muchachos de seguridad en el cementerio nuevo, y lo acompañé hasta el fondo en el recorrido que hacía a esa hora, como las doce de la noche... estaba muy oscuro, nublado, y cuando volvíamos por la rotonda empezó a llover... entonces escuché un ruido que provenía de la morgue, y le pregunté a mi compañero si había escuchado lo mismo. Me dijo que sí, cuando me di cuenta de que eran los extractores de aire que habían comenzado a funcionar. Pensamos que había llegado la morguera, y fuimos a ver. Nos apuramos porque empezó a llover más fuerte, pero al llegar no vimos a nadie... no estaban los bomberos... no había nadie, ¡pero estaba andando el extractor! Estaba con llaves, entonces abrimos, entramos, y no había nadie. 

    - ¿ustedes habían notado alguna actividad que no fuera normal, en ese momento? 

    -no... todo estaba normal. Vinimos nosotros desde atrás, estando ya los extractores prendidos, y se los pudo escuchar con claridad porque están hacia ese lado del cementerio los dos extractores. Y otras cosas que hayan pasado... siempre vamos por el costado del cementerio que da a la cancha del Club 9 de Julio, del lado de afuera, y parados en la oscuridad de la esquina, mirando hacia la mitad del cementerio, hay una luz fuerte alumbrando una planta, y desde la oscuridad a la luz se veía pasar una persona toda vestida de blanco... 

    - ¿podías distinguir si era una mujer o un hombre...? 

    -no, no se podía... 

    -era una silueta... 

    -exactamente, como que venía de la oscuridad de la calle, pasaba por esa luz, y se perdía en el cementerio, pero no volvía... era como una imagen... 

    -una aparición. 

    -exactamente... la vimos dos veces, y después ya nos dio miedo... 

    - ¿Y usted qué tiene para contarnos? -pregunta Ponty a su compañero. 

    -yo tengo dos pequeñas historias... una ocurrida recientemente, hace dos semanas, cuando le dije a otro de mis compañeros que fuéramos a hacer un recorrido temprano, como a las nueve, nueve y media de la noche. Cuando íbamos por la mitad del trayecto, sentimos unos ruidos, como si alguien estuviera golpeando con un martillo, o con una piedra. ¿Escuchaste eso?, le pregunté, y me dijo que sí, entonces fuimos a ver. Nosotros lo conocemos bien al cementerio, así que sabíamos de dónde venía el ruido... Pero cuando llegamos y nos quedamos quietitos, casi sin respirar para saber bien de dónde veía exactamente el ruido, a los pocos segundos comenzamos a escuchar que venía ahora del otro extremo... 

    -como si cambiara de lugar... 

    -claro, pero cambiaba rápidamente! Como no teníamos armas, porque no se usan aquí, mi compañero me dijo que nos sacáramos los cintos para defendernos de alguna manera, por las dudas se tratara de ladrones, y me propuso "usted vaya por allá y yo voy por acá", dividiéndonos... y fuimos rodeándolo a ese lugar de donde ahora se escuchaba el ruido, ¡hasta que lo tuvimos muy cerquita... y otra vez desapareció! Así fue por tres o cuatro veces, cambiando de lugar... 

    - ¿qué otra cosa le sucedió? 

    -fue hace unos años, cuando estaba la otra empresa que se ocupaba de la seguridad, estábamos en la galería de la entrada principal, donde hay una mesita. Nos sentamos a cenar con mi compañero, yo al lado del segundo portón. Quien conozca el cementerio se va a dar cuenta de lo que digo: en la entrada hay un portón, y unos metros más allá hay otro... Bueno, yo estaba sentado ahí, dando la espalda al cementerio, y mi compañero frente mío, del otro lado de la mesa. Cuando terminamos de comer, nos quedamos muy tranquilos, charlando, cuando vimos que desde adentro del cementerio salió una pelotita de ping pon, esas blanquitas de plástico, rebotando tres o cuatro veces, como lanzada desde lo alto... tac, tac, tac... Con mis compañeros nos miramos, incrédulos, y después miramos hacia dentro del cementerio. Yo deduje: si hubiera sido tirada desde el pasillo principal, pasaba derecho para la salida, pero sin dudas la habían arrojado desde el sector oeste, y pasó hacia el lado de la capilla. ¡Me paré y entré unos metros hacia ese lado del cementerio y no había nadie! 

 
 







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