Por Michael Vásquez

Mi bisabuelo, quien trabajaba como minero, vivió experiencias inquietantes que marcaron a nuestra familia, sobre todo cuando se dejó llevar por la codicia. Esta es una de esas historias que ha sido contada de generación en generación, advirtiendo sobre los peligros de la avaricia.

El Oro Robado por los Duendes

En una ocasión, mi bisabuelo encontró una considerable cantidad de oro mientras trabajaba en la mina. Impulsado por la codicia, decidió ocultar su hallazgo para quedárselo. Sin embargo, cuando regresó a buscarlo, se llevó una sorpresa: un grupo de pequeños hombrecitos, que no eran otra cosa que duendes, se estaba llevando el oro que había escondido. Este evento lo dejó perplejo y le hizo reflexionar sobre sus acciones.

El Encuentro con el Viejo del Oro

En otra oportunidad, mi bisabuelo se quedó hasta tarde trabajando en la mina. En medio de la oscuridad y el silencio de la noche, se le apareció un anciano desconocido. Mi bisabuelo, intrigado, le preguntó:

—Eh… ¿quién es?

El viejo le respondió con voz tranquila:

—Hola, vengo a ayudarte a trabajar.

Sorprendido, mi bisabuelo exclamó:

—¡Pero si sos un viejito, qué vas a ayudar!

Fue entonces cuando el anciano sacó una bandeja repleta de oro, dejando a mi bisabuelo paralizado. Lo que sucedió después fue aterrador: el anciano comenzó a transformarse, gritándole con voz infernal: «¿No era oro lo que querías, hijo de puta?!!». En ese instante, mi bisabuelo vio que el viejo tenía cuernos, una capa roja y patas de fauno, revelando su verdadera y diabólica naturaleza.

Este encuentro sobrenatural fue una lección imborrable para mi bisabuelo, que lo llevó a contar la historia a su familia, recordando siempre que la codicia puede atraer fuerzas oscuras y peligrosas.