Una Noche de Terror y Fe: La Historia del Joven Sacerdote Santiago

Catamarca, comienzos de los años 2000. Era Jueves Santo y todos los sacerdotes de la diócesis se habían reunido en la capital para la bendición de óleos. Santiago, un cura recién recibido, quedó a cargo de una parroquia hasta el regreso del párroco titular. A las tres de la madrugada, un golpe en la puerta de la casa contigua a la parroquia despertó a Santiago y al sacristán, quienes dormían en cuartos separados. Santiago se acercó a la ventana y vio a una mujer rubia, de unos cuarenta años, aparentemente angustiada. Decidió despertar al sacristán para atenderla juntos y evitar cualquier malentendido sobre su presencia.

La mujer, muy exaltada, les pidió que fueran a la casa de una vecina que, según ella, estaba poseída por el demonio. Santiago sugirió llamar a una ambulancia, pensando que podría tratarse de una enfermedad psíquica. La insistencia de la mujer, sin embargo, lo convenció de acompañarla, aunque decidió llevar al sacristán como apoyo. Viajaron en el auto de la desesperada mujer hasta un barrio periférico. Al llegar, una voz grave y amenazante desde la casa les advirtió que se fueran. Santiago, paralizado por el miedo, fue obligado por la mujer a ingresar a la vivienda.

En el interior, Santiago encontró a una joven en camisón, con un rostro desfigurado y una voz que lo insultaba y revelaba secretos de la vecina. El ambiente se tornó tan tenebroso que decidieron regresar a la parroquia. Santiago telefoneó a un colega autorizado para realizar exorcismos, quien regresó inmediatamente de la capital de Catamarca.

El exorcista, ya en la parroquia, preparó lo necesario para enfrentar la supuesta posesión y llevó a Santiago de nuevo a la vivienda. Esta vez, Santiago no tuvo el valor de entrar y esperó afuera. Tras un largo tiempo, el exorcista salió e invitó a Santiago a entrar. En la cama, la joven en camisón ahora lucía un rostro sereno y hermoso.

Se supo que la joven había sido encontrada desmayada por la vecina después de un ritual en el cementerio, sosteniendo un conjunto de velas negras. La experiencia transformó a Santiago, quien actualmente es obispo en la diócesis de Salta.


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