El demonio entre nosotros



El demonio entre nosotros



Después de muchos días buscando algún material sobre exorcismo realizado en estos días, nos encontramos con la crónica de un periodista español que pudo presenciar "en vivo y en directo" el encuentro entre un cura católico y el diablo, este último dentro de cuerpos humanos. En este informe especial que valía la pena incluir en "ZN-Revista", vas a conocer algunos detalles acerca de esta práctica milenaria, y comparar la semejanza que existe con aquello que viste a través de películas. No hay mayores diferencias. El periodista estuvo ante una sesión de exorcismo que bien podría haber sido incluida en el filme "El Rito", con Anthony Hopkins, que no hace mucho tiempo pasó por las salas de cine en Catamarca. 

 
Santuario de la parroquia de Santa Eulalia de Losán, a 15 kilómetros de la villa pontevedresa de Lalín (Galicia, noroeste de España). Cada 23 y 24 de junio acuden en masa los fieles para curarse del “meigallo” o embrujamiento, o para liberarse de las posesiones diabólicas. El espectáculo allí vivido podemos tacharlo de dantesco: gritos, insultos, blasfemias, convulsiones… hasta llegar a arrojar al demonio de su cuerpo. No solamente hay que esperar a la romería, ya que cualquier domingo del año se puede contemplar la práctica de un exorcismo en este santuario. Aunque les está prohibido a los párrocos practicar exorcismos, en Galicia el padre José Donsión, que atiende el santuario de O Corpiño, y José Luis Portela, en el Santuario de San Campio, diócesis de Tui-Vigo, cuentan con la aprobación vaticana para practicar el alejamiento de espíritus demoníacos. Pero no solamente su lucha se basa en el alejamiento de estos espíritus, ya que las posesiones diabólicas sólo se dan una entre cada mil personas. También luchan contra los espíritus de los muertos que se instalan en cuerpos de personas vivas, y viven atormentadas bajo su dominio. 
 

El periodista Eduardo Rolland de la Opinión de la Coruña presencia en Lalín el exorcismo de tres mujeres que dicen estar poseídas por Satán, en una ceremonia oficiada por el párroco de Nosa Señora do Corpiño, José Donsión. “¡Sal fuera, Satanás! ¡Dios te lo ordena! ¡Apártate de ella!” La voz de autoridad del sacerdote resuena entre los gritos desgarrados de una mujer de unos 60 años, que se contrae en movimientos convulsos mientras el padre avanza hacia ella, llevando en la mano una cruz de Caravaca, que aproxima a su frente. Los alaridos de la mujer se alternan con una voz grave y espeluznante que sale de su garganta y proclama: “¡No! ¡No! ¡Nunca!”. De pronto cae al suelo, revolviéndose y echando espumarajos por la boca, mientras profiere gritos roncos y lo que parecen unos sonoros eructos. 
 
La señora se ha desplomado delante del banco en el que estaba sentada. Allí sigue su marido, que reza con recogimiento mientras observa la escena. En el mismo banco, otra mujer fuera de sí que gruñe, grita y da patadas contra el suelo, mientras un hombre ora a su lado. En la fila siguiente hay una mujer sola, mayor, que sufre violentas convulsiones y mueve el asiento hasta dejarlo atravesado en el atrio de la iglesia. También profiere gritos y eructos. Para terminar, dos filas detrás, estamos el fotógrafo y yo. En total, la escena está formada por ocho personas: el cura, tres mujeres poseídas por el diablo, el marido de una de ellas, un asistente del sacerdote, y dos periodistas, encerrados todos bajo llave en el santuario de Nosa Señora do Corpiño, en un paraje solitario del municipio de Lalín. Esto ocurre a las 12.30 horas del sábado. Y lo que está sucediendo es un exorcismo. 
 
 
Las paredes del santuario están repletas de cruces hechas por los fieles 
 
Pero recapitulemos. Para explicar mejor lo que ocurría en aquella iglesia del corazón de Galicia, hay que conocer a su párroco, José Donsión, que se califica a sí mismo como “uno de los mayores expertos en exorcismo de España”. Para presumir tiene una importante razón: cada 24 de junio se celebra una popular romería, en el santuario de O Corpiño, famosa porque cura el meigallo y sana las posesiones infernales. Allí acuden en masa los fieles que creen estar habitados por Satanás. Y no sólo ese día. El flujo de víctimas del diablo es constante todo el año: “Cada mes recibo a gente que cree estar poseída, en algunos casos es cierto y, en otros, necesitan un psiquiatra”, explica el padre Donsión. 
 
El sacerdote ayuda a las personas endemoniadas, aunque no cuenta con autorización expresa del Arzobispado. Desde el Concilio Vaticano II, el dogma de la existencia del diablo pasó a ser una “parte vergonzosa de la doctrina”, y la Iglesia actual es poco amiga de favorecer la creencia de que el mal esté encarnado en un ser concreto y, mucho menos, en un lugar físico como el infierno. De hecho, sólo un 30% de los católicos practicantes cree que Satanás existe. “El diablo no está de moda”, reconoce el padre Donsión, “pero no está muerto, aparenta estar dormido y hoy está más activo que nunca; jamás hubo tantas posesiones satánicas”. 
Algunos curas han decidido emprender una cruzada por su cuenta. Y realizan exorcismos. En O Corpiño, a puerta cerrada, hay no menos de dos cada mes. 
 
La sesión comienza a las 12.30 horas. Antes de su inicio, el cura pone sus normas: “No se puede hablar con los poseídos, no se darán sus nombres y no se pueden hacer fotos, que de todas formas no saldrían”, explica. Nos invita a sentarnos en la cuarta fila de la iglesia. Delante, están las dos parejas en el primer banco, otra señora, en el de atrás y, tras uno en medio, los que actuamos como testigos. Tras cerrar la puerta con cerrojo, Donsión inicia la ceremonia. Lleva en las manos un tomo rojo que, en letras doradas, se titula: Libro de los exorcismos. Antes nos ha explicado que sus armas son pocas. “La principal es la palabra de Dios, que es lo que más irrita al diablo; también usamos agua bendita, acercamos la cruz al poseído, la sagrada forma y algunos objetos de culto, pero la palabra es lo más eficaz”, afirma. 
 
El párroco lee fragmentos del prólogo del Testamento según San Juan, y versículos de Marcos como “¡Cállate y sal de él!” o “Echaréis demonios en mi nombre”, ambas frases recogidas en este evangelio. En los primeros minutos, la situación es tranquila. Pero, al empezar a rezarse oraciones, se desata la catarsis. Las mujeres comienzan a proferir gruñidos que se acompañan de convulsiones cuando el cura reza el Padrenuestro. Pronto la escena es sobrecogedora. Con la cruz de Caravaca, el sacerdote se aproxima a cada una de las supuestas endemoniadas. Y habla directamente al diablo: “Este es el día, ¡Sal fora! ¡Yo te conjuro en el nombre de Dios, Satanás!”, grita el exorcista. “¡No! ¡No quiero!”, parece responder el diablo con una voz ronca que sale de la garganta de cada mujer. 
 
Durante veinte minutos, continúan las convulsiones de las tres poseídas y sus gritos, a los que asiste impasible el sacerdote: “¡Dios es tu señor! ¡Repite, Satanás! ¡Sal de ella! ¡Ahora, yo te conjuro, sal, en el nombre de Dios!”, grita una y otra vez. A una de las enfermas, le acerca una figura de un retablo que representa al León de Judá. La mujer aumenta su delirio ante la imagen. Luego, el padre Donsión explicará que es una “herramienta” muy eficaz contra los endemoniados, como también las imágenes de la Virgen, que según la tradición aplastó al diablo en forma de serpiente. 
 
La ceremonia termina con las tres mujeres en el suelo, entre convulsiones y echando espumarajos por la boca. Ya sólo dos de ellas gruñen y roncan sonoramente. La tercera profiere sobre la piedra unos profundos suspiros. Las otras, según el exorcista, siguen poseídas. A veces, no basta una sesión, sino semanas o incluso muchos meses. Media hora después de rematada la ceremonia, todas salen de la iglesia, repuestas. “Una posesión es como un avión con dos pilotos: ahora, mandan de nuevo ellas”, concluye el exorcista, sin pesar alguno: “Volverán y sanarán; siempre he vencido a Satanás”. 
 
 
Santuario do Corpiño 
 
José Donsión, párroco de Nuestra Señora do Corpiño: “El diablo prefiere poseer a los buenos; los malos ya son suyos”, dice. 
-¿Desde cuándo practica exorcismos? 
-Ayudo a la gente a luchar contra el diablo desde hace muchos años, aunque el Arzobispado me tirará de las orejas si digo que es un exorcismo. 
-Pero sigue usted el ceremonial completo del exorcismo católico… 
-Es que yo no acepto que no pueda haber exorcismos. Jesucristo dijo “Echaréis demonios en mi nombre” y yo sigo su mandato. Lo que pasa es que la Iglesia cree que el demonio está muerto y sólo se hace el dormido. 
-¿Posee más el demonio a los malos cristianos? 
-Al contrario. El diablo prefiere poseer a los buenos, porque los malos ya son suyos. 
-¿Qué es una posesión satánica? 
-Es un cuerpo con un doble espíritu. Alberga el alma de una persona y la de un demonio. Y se manifiestan de forma alterna, nunca al mismo tiempo. Es como un avión con dos pilotos. Una vez pilota el diablo y otra, la persona. 
-¿Qué síntomas tienen las posesiones que atiende? 
-Como todas las posesiones. El poseído blasfema sin descanso, insulta a sus seres más queridos, se ve en él la mirada de unos ojos sin luz. Y, durante el exorcismo, hace cosas terribles. 
- ¿Se condena el poseído? 
-No. No afecta a su alma. Incluso si se muriese poseído podría ir al Cielo, si lo merece. 
- ¿Qué sienten al curarse? 
-Un inmenso placer y descanso. Los ojos recuperan su color y la vista es viva. Es una liberación. 
- ¿No teme ser usted mismo poseído? 
-No. Dios me protege. Y sé tratar al diablo. Conozco bien a Satanás y hay que mandarle, en el nombre de Dios, y no creerle nunca. 
-¿Ha fracasado alguna vez? 
-No. Siempre le vencí. El diablo está condenado a perder. 







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