La historia del meson
En Fray Mamerto Esquiú, más precisamente en La Tercena, un hombre de gran poder adquisitivo compró una propiedad de grandes proporciones, la cual tenía una casa para el cuidador. Pasado el tiempo, busca una familia del lugar para ser los caseros y cuidadores del terreno. En un principio esta familia se acomodó al lugar. La madre con sus hijos estaba permanentemente realizando las tareas del hogar, mientras el padre con su sable cortaba las malezas, daba de comer a los animales y regaba el extenso campo con las tradicionales acequias.
Una tarde mientras se acercaba la noche toda la familia estaba sentada en el comedor, cuando ven pasar por frente de la ventana la figura de un hombre. Al rato de esperar que entrara a la casa, el padre sale a ver quién era y no encontró a nadie. Desde ese momento se iniciaron una serie de fenómenos muy particulares. Cuentan que una noche, mientras todos dormían, se sintió el ruido de unas ollas que caían en la cocina y rodaban por el suelo. La señora pensó que se trataba del “Overo”, el perro que criaban. Al entrar en la cocina todo estaba en completo orden, las puertas y ventanas cerradas como las habían dejado.
A los pocos días uno de los niños estaba cerca del comedor y sintió unos pasos, luego que abrían la puerta y acomodaban la silla para sentarse. La criatura creyó que se trataba de su papá, el cual estaba regresando a media mañana, pero cuando ingresó al lugar, no se encontraba nadie. Así, con un incremento gradual, la familia observaba sombras, escuchaba que se caían vajillas y se hacían pedazos contra el suelo, hasta en algún momento elementos que estaban sobre el mesón se estrellaban contra la pared, sin que nada los impulsara.
Todos los integrantes comenzaron a temer, y llegaron a plantearle al dueño que el lugar estaba “embrujado”. El propietario escuchó todo lo sucedido con cierta naturalidad. Con posterioridad decidió sacar “el mesón” de la casa, trasladándolo a otro lugar. Como se dice "por arte de magia", todo volvió a ser normal. Nunca más sucedió nada. Unos años después la familia se enteró que en esa casa siempre se juntaban unos grupos de hombres a jugar a las cartas, apostando fuertes cantidades de dinero. También se enteraron de que, en ese mesón, por culpa de las apuestas, el casero terminó muerto sobre el mismo, luego que un cuchillo le blandió el tórax y le tocara el corazón.
