La ultima velada



La ultima velada



    Una noche visité una sala velatoria buscando material para ZN y encontré a Patricio, el encargado en el turno noche, que no tuvo ningún problema en relatarme anécdotas que suceden en su lugar de trabajo. 

  

    - ¿qué cosas extrañas pasan en este lugar? 

  

    - mayormente, en las salas se siente como si hablaran, también el llanto de chicos, a veces se escucha el chirrido de las zapatillas cuando está encerado, pero sólo sucede cuando hay silencio. En la empresa yo trabajo hace 19 años, pero nosotros ya estamos acostumbrados a esos ruidos... cuando estamos con otras personas se asustan. Estoy tan familiarizado que no lo siento. 

  

    - ¿Con cuántas personas hace este trabajo? 

  

    - Estoy solo en este horario, pero los sábados o domingos hay un reemplazo. 

  

    - ¿Cómo fueron los primeros días? 

  

    -Las primeras veces eran terribles, no podía dormir, era impresionante por las cosas que tenía que ver al retirar algunos cuerpos. Tengo todavía una fuerte impresión cuando hay que hacer servicios en casos de asesinatos, o accidentes, más cuando son chicos o personas jóvenes. 

  

  

  

    Patricio me cuenta casos insólitos que le ocurrieron en su trabajo, como lo sucedido una mañana temprano cuando compró facturas, y dejó la bolsa en la cocina para ir a atender gente que había llegado al lugar. Al rato escuchó el ruido de la bolsa, y pensó: "acá no entran gatos, y está todo cerrado". Además, estaba solo, y fue a ver de qué se trataba: al llegar a la cocina vio que el papel de la bolsa estaba abierto. 

  

  

  

    Mientras seguía la charla, recuerda lo acontecido una vez: "me puse a limpiar con el mechudo y cuando quiero correr un sillón, lo apoyé en una esquina donde no tiene para dónde caerse, pero al instante se cayó el palo, pegando muy fuerte contra el piso". Me explicó que no cayó para el costado sino hacia el frente, y que lo dejó de nuevo, y volvió a caerse, pero era impresionante, como si lo tiraran, caía para el frente ya que estaba en la esquina. 

  

  

  

    Recuerda Patricio: "otra vez en uno de estos sillones estaba durmiendo mi compañero y yo estaba durmiendo en una de las salas, en un momento lo escucho que dice: salí, deja de joder. Pensé que había llegado alguien. No le llevé el apunte y al rato volvió a decir lo mismo, pero más fuerte. Le pregunté qué le pasaba, y me contestó: no me jodas. Yo seguía sin entender lo que le pasaba. Al rato tocaron el timbre, para un servicio. A las horas le pregunté qué le había pasado que gritaba y me contó que lo habían tocado en una de sus piernas, como para despertarlo, y que pensaba que era yo. Pero yo estaba dentro de la otra sala. Después bromeamos diciendo que tal vez el difunto que iba a venir era el que lo había despertado. 

  

  

  

    Recorriendo el lugar me invitó a pasar a la sala donde guardan los cajones de muestra para clientes. Hay algunos inmensos, otros pequeños, y el impacto visual provoca una sensación de escalofrío. Un modelo es el presidencial, para la gente de alto poder adquisitivo, o el egipcio, y luego los de precios más accesibles. Hasta para la muerte es importante un status económico. 

  

  

  

    Dejando atrás la sala velatoria y siguiendo con la investigación sobre estos extraños sucesos, recordé a Mario, un amigo que trabaja desde hace 15 años en una empresa fúnebre. Cuando conversamos me dijo que le gusta lo que hace. Y comentó algunos hechos: "la primera vez que fui no pasó nada, pero a la semana voy a hacer compañía a un compañero que estaba a la noche, y mientras veíamos la tele en la oficina, me dice: mirá, y vi cruzar una sombra negra, más o menos de un metro setenta de alto, que iba de la sala B hacia la sala C, que es la única que está a la mano derecha. No le di importancia y seguí mirando la tele. Como a la media hora volvió a cruzar, y un rato antes sentí un escalofrío. La sombra va como si se pasara de la sala B a la sala C, en un andar rápido casi imperceptible, se la ve de reojo, pero cuando giráis la cabeza desaparece más rápido". 

  

  

  

     Mario narra otra anécdota: "una vuelta estuve en la oficina con el hijo del dueño de la empresa, sentados, y sentimos los pasos de unos tacos de mujer. Le dije que se levante y vea quién era, y al asomarse a la puerta no vio a nadie. Le dije que incluso me pareció ver una sombra, y fuimos a ver en la cocina, pensando que tal vez la persona se confundió y se metió ahí, y miramos en el baño, pero no había nadie. A la media hora nos cayó un servicio de una señora que había fallecido. Cuando vos escucháis algo anormal, o pasa algo, siempre a la media hora cae un servicio. También cuando está encerado el piso, se escucha el chirrido de las zapatillas en el suelo, o el sonido que hace el CPU de la computadora cuando se prende, el “pip” de encendido, es muy recurrente. Una vez me levanté a ver qué era, porque escuché ese ruidito acompañado ahora del sonido de las teclas, como si estuvieran escribiendo, pensando que tal vez fue el jefe el que la dejó prendida y alguien la estaba usando, pero no había nadie, y la maquina estaba apagada". 

  

          

  

    Dice Mario que, una noche en donde sintió temor, fue cuando escuchó un ruido en el sector del tinglado donde están los vehículos y donde guardan los féretros. Como mayormente son los gatos que andan por el patio molestando, fue a encender la luz, y cuando estaba por apagarla salió corriendo un gato que lo asustó: “ha gato de mierda!!” dice que atinó a decir. Era una noche sin viento, donde no se movía ni una hoja de los árboles. Cuando quiso regresar a una de las salas, sintió de atrás un suspiro en medio de la nuca, como si fuera un soplido. Conmocionado y sorprendido por lo que le había sucedido, dice Mario que pensó: “bueno, seguro va a entrar un servicio”. Como a la media hora llegó un servicio para un viejito que había fallecido. Según mi amigo, es como si fueran a buscar el servicio antes de morir, viendo dónde va a ser la última velada. Y reconoce que esa vez sintió temor. 

  

  

  

    También recuerda una vez, mientras realizaba la limpieza en el salón, en plena tarde (dice que me cuenta esto para que vea que de día también pasan cosas), pasaba el mechudo y no quiso correr el sillón porque luego llegaría la empleada que realiza la limpieza más profunda, pero de pronto el sillón se corrió solo y el almohadón se hundió, como si se hubiera sentado alguien. Más tarde llegó el gerente, se sentó en ese sillón, pidió un café, y por increíble que parezca, al rato llegó un nuevo servicio fúnebre. 

  

  

  

    Reconoce con claridad una vez que sintió realmente miedo, pero mucho miedo. Fue cuando estaba haciendo el servicio de bar en la cocina, y se encontraba muy agotado, "cabeceando" para no dormirse, pero se durmió. Había quedado poca gente en el velorio, y al rato se despertó asustado, sintiendo algo raro, como si estuviera próxima una presencia. El corazón comenzó a palpitarle fuerte y fue hasta donde estaba su compañero, pero no se animó a comentarle nada, aunque continuaba sintiendo aquella presencia a la par suya. Textualmente me dijo: "Mauricio, fue horrible, como si alguien caminara por detrás, pero al darte vuelta no había nada". Fue al baño a mojarse la cara, e incluso cuenta que llegó a pellizcarse para asegurarse que estaba despierto, hasta que se dirigió a una oficina, siempre sintiéndose observado, y tropezó con una mesa. De inmediato fue como un alivio, como si el ruido por el golpe hubiera espantado a eso, fuera lo que fuese. Esa vez ingresó otro servicio, a pesar de que ya tenían uno. Cuando le contó lo sucedido a un compañero, éste le dijo "vos atraes a los muertos che (se ríe). 

  

  

  

    Mario además me comentó algo que le sucedió a un compañero, de aquellas situaciones que te mueven a decir “este me está charlando”. Se trata de una noche mientras se acostaba en un sillón de la sala, y cuando se da vuelta acomodándose para buscar una posición para dormir, vio un espectro que lo estaba mirando fijamente desde arriba, parado con el torso hacia delante, como inclinado. Rápidamente se volvió hacia el respaldar del sillón, y cuando se puso de pie ya no había nada. Pero este compañero de Mario jura que vio claramente la imagen de una persona que lo observaba. 

  

   

  

    También le viene a la memoria un episodio que infundió temor a tres (incluido Mario) que permanecían solos en la madrugada durante un velorio. Además de él, estaban el chico que realizaba el servicio de bar, el hijo del difunto... y el difunto. De pronto el hijo del muerto le pregunta a Mario: “oiga amigo ¿y el muchacho del bar?” a lo que le respondió que estaba en la cocina. Fueron a verlo y efectivamente estaba allí. El hombre entonces le preguntó “oiga amigo, si permanecemos solamente tres aquí, ¿quién está en la sala B?”.Mario pensó y contestó que en la sala B únicamente podía estar un familiar del hombre, pero le dijo que “no, si yo quedé solo”. Entonces Mario agregó que no debía haber nadie, pero este señor (hijo del difunto) con temor comentó que iba a recostarse en el único sillón del lugar, cerca del ataúd, pero al abrir la cortina vio que alguien dormía allí. Mario insistió: “no, señor, no hay nadie más que nosotros tres, vamos a ver”. La conversación fue en la cocina, desde donde se hubiera visto salir a quien estuviera en la sala, y cuando llegaron, corrieron la cortina y no había nada ni nadie. Sorprendido este señor volvió a explicar lo que había visto, jurándolo con el rostro desencajado por el miedo. Mario dice que le creyó, incluso, porque luego le pidió que lo acompañara esa noche. No quería quedarse solo, en una clara muestra de que estaba diciendo la verdad. 

  

  

  

    Me acuerdo también de un relato que me supo contar mi abuelo sobre lo que le sucedió a él, siendo un niño, cuando falleció una de las maestras, y todos los compañeritos asistieron al velorio. De repente la maestra a la que estaban velando se sentó en el ataúd, y fue un momento donde todos quedaron muy impresionados y asustados. Los niños que corrían y lloraban por todos lados, y la maestra ahí sentada, con una cara que ya desde antes daba miedo, imagínense en ese momento, duplicó el temor por lo sucedido. Pero la pobre había sido víctima de catalepsia, un estado en el cual la persona permanece con todos los signos de estar muerta, hasta que parece resucitar. En realidad, y pese a su rigidez, todo el tiempo estuvo consiente. Existen dos casos célebres que circulan casi como leyendas urbanas sobre posibles catalepsias. Uno de ellos habla de Manuel "el loco" Flores, reconocido locutor en la Catamarca de los años setenta, y el otro refiere al popular cantante Edgar Efraín Fuentes (Gary). Dicen que ambos fueron sepultados vivos, y que hubo testigos que escucharon sus gritos y golpes al cajón cuando despertaron. 

  

  

  

    Mi informe llega a su fin, con sólo unas cuantas de las tantas historias que hay sobre las salas velatorias. Marcelo Maidana, en un programa de Zona Negra 2.009 comentó: "dentro de los relatos que no pude grabar, hay uno que se circunscribe dentro de una sala velatoria en la capital. El cuidador ve entrar a alguien a la cocina, o al baño... una sombra. Y en algún momento, cuando él está por apagar las luces, la sala está llena de personas, que en realidad son sombras. Los propietarios le pidieron que no cuente nada porque lo iban a tomar por loco, pero uno de los dueños dijo que a él también le había ocurrido algo de esto: estaba cerrando ya la puerta porque no había servicio y se iba a descansar, y adentro había sombras sentadas sobre los sillones, o se escuchaban rezos...". 

 

 







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