Una madrugada llamó Blanca, una mujer mayor, que narró algo que le pasó cuando tenía diez años, y su abuela llevaba ocho días de fallecida. Cuenta Blanca que estaban jugando varios chicos, incluidos sus hermanos, a las cinco de la tarde, cuando vio a su abuela acercándose, caminando.
-sonriendo, bajó unos escalones y yo salí corriendo para encontrarla, porque yo era su nieta preferida. Cuando estaba a un metro de ella, sonrió, y desapareció... me pregunté qué había pasado, ¡¡porque la había visto!! Además, era de día. Fui a contarle a la mami y le dije que recién la había visto a la abuela. "¿Cómo la vas a ver, si hace ocho días que ha muerto?", me dijo. Entonces le conté cómo fue, pero no le encontramos explicación.
- ¿Adónde pasó esto?
-en mi casa paterna... ella vivía aquí, en Catamarca, a una cuadra de mi casa... Incluso le dije "¡hola abuela, abuela!!", pero cuando llegué a un metro de ella, desapareció...
- ¿conoció otros casos parecidos?
-Le comento algo que pasó una semana después que murió mi papá, que tenía adoración por los gatos. Tenía cuatro gatos, y cuando tomaba la leche acostumbraba a darles pan mojados en la leche. Después que murió, una noche escuché que decía "mishi, mishi...". Cuando fui a ver, en la galería, encontré a los gatos daban vueltas alrededor de alguien, maullando, pero no lo vi a mi padre... me pregunté si él estaba ahí. Cuando falleció mi mamá, el hermano más chico (que tenía dos años) a los pocos días fue corriendo y diciendo "mamá, ¡¡mamá!!", y parecía abrazar a alguien que los demás no podíamos ver. Lo mismo le pasó a un chico vecino cuando murió su abuelo, que era todo para este niño de unos dos añitos... un día su madre me dijo "vení, Blanca, mirá lo que hace el Gringuito": en esa casa de dos pisos, el nene parecía subir por la escalera como si alguien lo tomara de una mano, y conversaba con esa persona invisible. Delante mío la madre de preguntó "Grinco, ¿con quién estás conversando?", y él le contestó "con el nono... ¿qué, no lo ves?", y llegó al primer piso y se puso a jugar y hablar con el abuelo, como si realmente estuviera ahí. Así fue durante casi medio año, hasta que cumplió los tres añitos y parece que no lo vio más...
ESCRIBE: JONATAN RIVAROLA Mi primo William Alexander me contó recientemente algo q
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