Nicolás Maggi, un sobreviviente de la tragedia de Cromañón, compartió una historia sobrenatural relacionada con esa noche fatal y sus amigos. A sus 36 años, Nicolás aclaró que nunca tuvo problemas psiquiátricos ni secuelas mentales que pudieran hacer pensar que su relato era producto de alucinaciones.
La historia comienza el 30 de diciembre de 2004, cuando Nicolás, de 16 años, fue a República Cromañón junto con sus amigos del barrio Jorge y Facu, y Lauti, un compañero de colegio de 19 años. Solo dos de ellos tenían entradas, pero lograron entrar al recital de Callejeros cuando ya había comenzado para evitar controles estrictos. El lugar estaba extremadamente lleno y apenas podían moverse.
Después de un esfuerzo para avanzar, se ubicaron cerca del baño de mujeres, el único habilitado, buscando refrescarse debido al calor y la aglomeración. Al empezar el primer tema, se inició un incendio en el techo, causando caos. La luz se cortó y todo se volvió oscuro, con la única visibilidad proveniente del fuego. Nicolás empezó a tener dificultades para respirar y en medio del tumulto, Lauti sugirió que se agarraran del hombro en fila para no perderse, pero Nicolás se desmayó antes de poder hacerlo.
Un desconocido lo rescató, y Nicolás se despertó en la calle, tosiendo y vomitando. Su primera reacción fue buscar a sus amigos. Encontró a Facu, quien estaba bien, pero no pudieron localizar a Lauti ni a Jorge dentro del club. Intentaron volver a entrar para buscarlos, pero les dijeron que ya no quedaba nadie y un bombero les impidió el acceso.
Posteriormente, Facu encontró a Jorge entre los fallecidos, identificándolo por su bermuda de Boca Juniors con un parche bordado. La noticia fue devastadora. No pudieron encontrar a Lauti inicialmente, así que decidieron buscar un teléfono para informar a sus familias. Llamaron a la madre de Facu, quien luego avisó a las familias de Jorge y Lauti.
Los padres de Jorge y el hermano de Lauti llegaron rápidamente, pero no pudieron encontrar a Lauti. Nicolás empezó a toser fuerte y a sentir los efectos del humo, lo que lo llevó a ser hospitalizado. Al día siguiente, le informaron que Lauti también había fallecido.
Al llegar a casa, Nicolás encontró la riñonera de Lauti, una riñonera de La 25 que Lauti había dejado por miedo a que se la robaran. Al día siguiente, en el velorio de Lauti, sus padres le sugirieron que se la entregara a la madre de Lauti como un regalo póstumo.
La noche del 1 de enero, que coincidía con el cumpleaños de Lauti, Nicolás no pudo dormir. Al ir a la cocina, tuvo una experiencia paranormal: vio a Lauti sentado en una silla, sucio, con quemaduras, mirando su riñonera. Lauti solo estuvo ahí unos segundos antes de desaparecer. Al día siguiente, su madre también olió a quemado en la cocina, lo que confirmó para Nicolás que no había sido una alucinación.
Antes de ir al velorio, Nicolás abrió la riñonera por curiosidad, encontrando una hoja de carpeta donde Lauti había escrito que había aprobado Lengua y Literatura y pasado de grado, junto con una dedicatoria para su madre. En el velorio, le entregó la riñonera a la madre de Lauti, quien lloró al recibirla y decidió dejarla intacta en la habitación de Lauti.
Nicolás entendió que Lauti quería que su madre supiera de su logro académico. La familia de Nicolás mantuvo contacto con los padres de Lauti, quienes necesitaron ayuda psiquiátrica y más tarde se mudaron a Brasil. Hasta la fecha, mantienen comunicación, especialmente durante las fiestas.
Esta historia no solo refleja el dolor de la tragedia de Cromañón, sino también la conexión sobrenatural que Nicolás siente que tuvo con su amigo fallecido, Lauti.
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