Misteriosos Sucesos en una Casa de la Capital Catamarqueña

En un barrio de la capital de la provincia de Catamarca, vivía una familia que, con el tiempo, fue mejorando su hogar. Tanto el jefe de familia como su esposa compraban materiales y construían en la parte trasera de la casa una cómoda galería, donde solían sentarse a descansar durante las noches de verano. Al principio, los dueños de casa comenzaron a percibir que alguien los observaba. Ante el miedo de la inseguridad reinante en el lugar, decidieron colocar unas mamparas amplias que ofrecían mayor resguardo al fondo del inmueble.

Con el paso del tiempo, la mujer comenzó a presentir “algo raro”. Le llamaba la atención la constante sensación de ser “observada”, y en algún momento escuchó un susurro que mencionaba el nombre de una mujer, algo como Rosalía. Una noche, al ir al fondo para tender la ropa lavada, sintió que alguien le tocaba los brazos desde atrás. Al darse vuelta, no había nadie más, solo el silencio y la quietud de la noche, que le hizo correr un escalofrío por la espalda.

Los esposos, en algunas noches, conversaban en la cama sobre los extraños sucesos que les ocurrían en la parte final de la casa. El hombre relataba que una tarde le pareció ver a su esposa sentada en la galería, y al llegar con los elementos del mate, ella ya no estaba. Tomó unos mates y se sorprendió cuando su esposa regresó muy arreglada de la calle, pues había salido temprano a realizar algunas compras. La pregunta era clara: ¿quién era esa mujer que estaba sentada en la galería?

Lo más sorprendente ocurrió una noche, cuando la mujer llegó a casa con su hija adolescente y no había nadie más, pues el hombre y su hijo mayor estaban disfrutando de un partido de fútbol de la liga local. Las dos mujeres comenzaron a abrir las ventanas para refrescar los ambientes, todo iba normalmente hasta que la hija llamó con apuro a su madre, ya que no podía creer lo que veía: en el medio del patio se podía ver la figura de un enorme pájaro negro, que alzó sus alas desplegándolas más de dos metros.

Madre e hija, al observar la apertura de las alas, sintieron una extraña fuerza que las sujetaba en el lugar, impidiéndoles moverse. Durante más de media hora experimentaron esta presencia, y cuanto más intentaban moverse, más se extendían las alas. Finalmente, el enorme pájaro levantó un pesado vuelo, desapareciendo del lugar. Los comentarios dentro del barrio aseguran que existe un árbol donde, por la noche, se puede ver a un gigantesco pájaro posarse y luego marcharse con un vuelo lento.


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